“El reino de Dios esta dentro de ti”. León Tolstoy
Lo más difícil para los consultantes dentro de los procesos de Sanación es comprender que en sus manos está el poder de curarse. Ni la devoción a un altísimo Dios, Alá o Buda, o las rogativas eternas a Santos, Patrones y las once mil vírgenes, o las peticiones al Comando Ashtar, al Alto Consejo de Sirio o al Consejo Lemuriano, nada es tan eficaz como entender que no hay que permanecer anclado en el acto regresivo de levantar la mirada suplicante hacia un padre(s) - madre(s) cósmico, celeste o divino que nos ayudará y sacará de apuros, sino ver para adentro hasta hallar lo que los alquimistas llamaban el "lapis philosophorum", esa sustancia creativa capaz de trasmutar todo lo estancado que nos habita. Este proceso nos permite accesar a la fuente directa del potencial curativo y nos cuida de entregar nuestra propia fuerza a un “algo o alguien” externo. El entender que lo que nos habita es lo que nos sana nos invita a tomar responsabilidad sobre nuestros propios actos y pensamientos y nos brinda la certidumbre de que más allá de los límites del Ego, en los ámbitos transpersonales, lo numinoso nos aguarda.
Quizás para muchos el acceso directo a esa conciencia autocurativa sea demasiado complejo, pero allí la eficiencia del ritual y el símbolo nos ayudan como intermediarios, utilizándose siempre con la conciencia que son recursos para dialogar con el inconciente y no funcionan per se, solo nos protegen de una experiencia directa de Dios, como Jung decía hablando de la religión. Aceptar ese potencial curativo o divinidad que nos habita, nos da la fuerza para entender que la enfermedad y el trastorno es un acto creativo que nace en nosotros y que por ello mismo es en nosotros donde se guarda la respuesta de la sanación.
domingo, 12 de abril de 2009
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