miércoles, 12 de enero de 2011

La panacea alucinatoria


El trabajo con hongos es una experiencia profunda que debe meditarse con anticipación antes de vivirse. Muchos creen que es un atajo, una panacea y que ellos curan por sí mismos. Nada más lejos de la verdad. Los hongos son solo la llave que permite abrir y ver, en vivo y en directo, todo aquello que se resiste uno mismo ha cambiar, desde los mandatos familiares inconcientes y traumas no integrados hasta anhelos infantiles insatisfechos.

Inclusive si se vive la experiencia como algo recreativo, lo que moviliza internamente los hongos es algo para tomar en serio, aunque no se sea conciente de lo que se ha despertado. Muchas veces el "Mal Viaje" puede estar circunscrito a ese enfrentamiento con aspectos negados y reprimidos que nos habitan. Los hongos como muchos de las plantas enteógenas derrumban las fronteras que hemos construido desde nuestras zonas de confort con una fuerza titánica; al hacerlo cambian la estructura que nos define y relaciona con los demás. No tener un colchón de apoyo mientras se cae de esta torre de abalorios es peligroso. Como colchón me refiero a la familia, los amigos o el tejido comunal, como sucede en la Sierra Mazateca.

A todos aquellos deseosos de vivir una experiencias enteógena les recomendaría que exploraran otras herramientas terapéuticas antes de entrarle a los hongos. De esta forma se podrá ir con más conciencia a vivir la experiencia enteogénica y sacarle más provecho a la inmersión dentro de sí mismos.