jueves, 3 de marzo de 2011

La experiencia cumbre



“Recuerdo la noche y casi el lugar preciso, en la cima de la montaña, donde mi alma se expandía, por decirlo de alguna manera, hacia el Infinito. Se produjo una unión impetuosa de los dos mundos, el exterior y el interior; se trataba de lo profundo llamando a lo profundo, lo profundo que mi propia lucha había abierto dentro de mi ser, contestado por lo profundo impenetrable del exterior, que llegaba más allá de las estrellas. Estaba solo con Aquel que me había creado, a mí y a toda la belleza del mundo, el sufrimiento e, incluso, la tentación. Yo no lo buscaba, pero sentía la unión perfecta de mi espíritu con el suyo. El sentido normal de las cosas a mi alrededor había cambiado y, de momento, tan sólo sentía una alegría y una exultación inefables. Era como el efecto de una gran orquesta cuando todas las notas dispersas se han fundido en una armonía distendida que deja al oyente consciente únicamente de que su alma flota, casi rota de emoción. La perfecta quietud de la noche se estremecía tan sólo por un silencio aún más solemne, y la oscuridad era todavía más patente afuera de invisible. No podía dudar que Él estaba allí lo mismo que yo; de hecho, sentía, si es posible, que yo era el menos real”.

"No me cabe la menor duda de que la mayoría de las personas viven, sea física, intelectual o moralmente, en un círculo muy restringido de la potencialidad de su ser. Sólo se valen de una porción muy pequeña de su conciencia posible (...) como si un hombre, de todo su organismo corporal, se habituase a usar y mover sólo el dedo meñique."

William James, pionero de la psicología científica en Estados Unidos y el empirismo radical. Su pragmatismo le permitió acercarse al fenómeno religioso sin los prejuicios cientifistas imperantes de su época. Las anteriores reflexiones son extraídas de su obra “Variedades de la experiencia religiosa”