martes, 14 de septiembre de 2010

Guía de Viajeros

Calle de Huatla de Jiménez, Oaxaca

Durante el proceso enteogénico con plantas de uso ritual la persona designada para llevar y atender el desarrollo de la misma, tiene la misión de mantener la estabilidad, el balance y el ritmo del grupo dentro de cada fase.

Como regulador del clima emocional general debe tener la capacidad para sincronizarse con los consultantes, reconociendo el estado de cada individuo y, a la vez, del grupo como sistema vivo. Él sabe que cada proceso individual afecta al grupo y al mismo tiempo el proceso grupal afecta a cada individuo, en una interrelación del todo con cada parte y viceversa.

Él sabe cómo estimular, a nivel grupal, el paso a otro estado a través del manejo de diferentes estímulos sensoriales, sean cantos, música, sonidos, juegos de luz o el tono de la voz y hasta la risa. El tránsito por los diferentes planos o momentos deben ser llevados bajo un ritmo orgánico, teniéndose él mismo como principal referencia.

Su actuar debe ir también con las dinámicas particulares de cada individuo, rescatando, centrando, movilizando o conteniendo al consultante en el viaje por sus profundidades.

Finalmente debe dar contención posterior al proceso y, de necesitarse, hacer una recapitulación que permita al consultante entender, más allá de la razón (noesis), los "para qué" de las visiones. Indagar sobre los "por qué" no brinda ninguna ayuda.

lunes, 13 de septiembre de 2010

¿Qué es un enteógeno?



Sirviéndome de nuestros amigos de Wikipedia, me permito presentar la etimología de la palabra enteógeno o enteogénico, que tanto uso en este blog en referencia a las plantas de uso ritual:

El término deriva de la lengua griega, en la que éntheos (ἔνθεος) significa "(que tiene a un) dios dentro", "inspirado por los dioses" y génos (γένος) quiere decir "origen, tiempo de nacimiento". El sustantivo "genos" pertenece al campo semántico del verbo gígnomai (γίγνομαι), que significa "llegar ser", "devenir". Por tanto, el significado etimológico de enteógeno alude a la posibilidad de llegar a ser inspirado por un dios, así como al "nacimiento" que esto supone. El adjetivo correspondiente usado en castellano es tanto enteogénico como enteógeno, no habiéndose decidido la RAE sobre la pertinencia de uno, de otro o de ambos.

La palabra enteógeno es un neologismo propuesto en un artículo publicado en Journal of Psychedelic Drugs, vol. II, núms. 1 y 2, enero-junio de 1979 y sus autores son el helenista Carl A. P. Ruck, J. Bigwood, J., D. Staples, el micólogo R.G. Wasson y el botánico Jonathan Ott. Dicho artículo fue recogido posteriormente en el libro El camino a Eleusis.

La creación del neologismo obedece a la intención de los autores de desligar las plantas objeto de estudio de las connotaciones de los términos alucinógeno (considerado impreciso, peyorativo y completamente desconocedor de la cualidad de la experiencia con enteógenos y de su significación antropológica) y psicodélico (demasiado ligado a la Contracultura de los años 60). El sentido y la justificación del empleo del neologismo enteógeno es el contexto antropológico y tradicional de uso vinculado objetiva e historicamente con estas sustancias y preparados. De ahí la pretensión del término de definir y delimitar con precisión el objeto de estudio.

Jet Lag Enteógeno

Atrapado en las mieles del paraíso

Uno de los momentos "cumbre" en todo proceso terapéutico con plantas enteógenas se alcanza con la conciencia oceánica, ese estado donde el Yo se disuelve en el Todo, embargando al psiconauta de un sentimiento inefable y de pasmo contemplativo. Como vivencia transpersonal no cabe duda de su cercanía al arrebato místico pero su condición me recuerda que también tiene un capa subterranea de regresión al estado paradisíaco fetal, el Regressus ad uterum.

Sea que lo busquemos a través de las prácticas meditativas, el orgasmo o la creación artística, o de formas compensatorias patológicas, la condición primigenia que tenemos cuando estamos simbiotizados con nuestra madre en el útero, es un estado al que siempre anhelamos volver, pese al impacto que trae la ruptura o "falta básica" (como el psicólogo Michael Balint la llamó) que sufrimos cuando posteriormente sentimos la separación.

Alcanzar ese estado, con sus efectos extáticos y de serenidad interior, nos trae múltiples regalos, principalmente esa nueva forma como nos relacionamos con el mundo, la ampliación del espectro de la conciencia y sus definiciones pero, igualmente, trae sus desafíos. El viajante interior puede quedar atrapado de la fascinación profunda que se alcanza, distrayendo su "estar" en este mundo por regresar a la gloria del otro lado. He visto algunos consultantes donde, a su regreso, permanecen en un estado de Jet Lag (descompensación horaria, disritmia circadiana), en el que se estancan, permaneciendo en la realidad con desgano existencial e inapetencia añorando la visiones del otro lado.

Con los consultantes de plantas enteógenas, hay que cuidar que el regreso al estado normal no exacerberé conflictos latentes de abandono y auto-devaluación. El acompañamiento debe ser permanente buscando darle contención al regreso, el aterrizaje forzoso, sacando a la luz los recursos que se trajo de la experiencia para habitar de forma más sana su realidad. La sublimación del estado extático no debe ser razón de menospreciar la realidad que se habita. Ejercicios de arraigo o grounding, bajo el modelo corporalista de Alexander Lowen, ayudarán a estabilizar al viajero.

La mirada plástica



"No ves lo que es, ves lo que eres"

La mirada sobre uno mismo, ese discurso que define quienes somos, depende de las reacciones adaptativas que en nuestra infancia experimentamos frente a un evento traumático, o a la misma primera herida (o como el psicoanalista Michael Balint llamó "Falta Básica)), cuando el vínculo simbiótico madre - hijo se rompió. Ese discurso, articulado desde un estado emocional estructura nuestra relación con el mundo (Lowen y Pierrakos definio cinco estructuras de carácter) y predetermina nuestra respuesta a las circunstancias externas, moldeando hasta nuestro mismo cuerpo, en una respuesta adaptativa de defensa.

Reconocer que al hablar de cómo es el mundo y quienes somos está predeterminado como reacción defensiva ante una herida infantil, nos abre la posibilidad de integrar, desde el adulto, nuevas interpretaciones, dejando atrás las respuestas automáticas y reflejas que damos y tanto nos limitan (los sesgos cognitivos que filtran en forma selectiva la información circundante).

En mi experiencia, el uso de plantas enteogénicas rituales da esa posibilidad, desestructurando las definiciones (razón) y respuestas anímicas (emoción) que damos por sentado, re-interpretaciones sobre todo lo que nos rodea mucho más ricas y más flexibilidad emocional para sobrellevar eventos traumaticos, esa "resiliencia" con los psicólogos llaman la entereza.