viernes, 10 de julio de 2009

Polaridad Ritual


Siguiendo el tema del chamanismo mazateco, que muchos me han consultado, quisiera hacer mención de algo importante. Dentro de la mitología mazateca y sus ámbitos chamánicos, se pueden encontrar dos aspectos en el ejercicio ritual de los Chotachinés (hombres de sabiduría / conocimiento ) y Chinchinés (mujeres de sabiduría / conocimiento). Uno de ellos pone su trabajo al servicio de las fuerzas celestes y luminosas, buscando el favor de los poderes tutelares de alguna montaña o cañada (Chikones, entre ellos su principal representante, el Chikón Nindó, señor guerrerro de la montaña que habita el Nindó Tocosho) y el otro, a los poderes de la oscuridad y el inframundo, que aguardan en cuevas y cavernas (entre otros como el Chato, que se encuentra en una cueva cerca al Puente de Fierro, camino a Huautla). Quitándole el maniqueísmo cristiano (Bien vs. Mal) y el actual sincretismo de la cultura mazateca, los chamanes pueden servirse indistintamente de los dos aspectos como fuerzas benefactores y medio eficaz para cumplir los propósitos encomendados. No hay tabú en ello pero sí riesgos, ya que las solicitudes y pagos que pide cada uno son diametralmente opuestos; por ejemplo, al Chikón Nindó se le ofrendarán semillas de cacao y huevos de guajolote, pero el Chato exigirá vidas humanas.

Lo que verdaderamente quisiera recalcar, y no se menciona en ningún lugar por lo que me parece fundamental hacerlo, es la correcta forma de identificar a cual poder dedica sus servicios el Chotachiné al que se consulta, ya que ello depende de que el mismo consultante no termine siendo una víctima en vez de alguien auxiliado.

Los Chotachinés y Chinchinés al servicios de los poderes celestes y luminosos pondrán su altar hacia el oriente, hacia la salida del sol; es decir, cuando el chamán se coloca frente a éste debe quedar mirando hacia el Oriente. El altar se convierte así en una representación de los poderes solares, de la fertilidad, la vida y en últimas, como Jesús o Apolo, de la conciencia. Por el contrario, el altar que mira hacia el poniente habla de un chamán que está al servicio de los poderes del inframundo, crepusculares, nocturnos y demoniacos.

Las dinámicas a las que cualquiera se expone bajo un trabajo chamánico merece cuidar estos aspectos y no solo reducirlos a simples mitos, ya que debajo de las máscaras hay otras fuerzas desplegándose, o como dicen las abuelas “no hay que creer en brujas, pero que las hay las hay”.

(El Profesor Pablo García haciendo sus respetos en el Cerro de Adoración, el Nindó Tocosho).