sábado, 2 de mayo de 2009

Vivir en tiempos de Influenza

Comparto un interesante documento escrito por nuestra amiga Catherine Fauconnier (su entrevista está en el link del título), que precisa la significación biológica del síntoma de la Influenza Porcina:

Sigo activa en la reflexión y la concientización de la situación de influenza, y como varios de ustedes me lo pidieron, les comparto mi campo de acción. Mi enfoque principal es la biología. No voy a abordar el enfoque simbólico o arquetipal, solo biológico.

¿Qué está pasando hoy? No hablaré del trasfondo político y social. Creo que tuvimos muchos mails para enterarnos de las dinámicas ocultas que se vislumbran atrás de las medidas tomadas desde la primera noticia oficial de la influenza, y cada quien verá lo que más corresponde a su sentir al respecto.

El punto central: Es importante entrar en la lógica del síntoma, su significación biológica. Estar en el antiguo paradigma es hablar del “virus” como un enemigo a combatir y eliminar. Hasta ahora he leído todo tipo de interpretaciones: virus creado por laboratorios que conspiran, arma química de complot, polvo cósmico, puerta abierta para el cambio al amor, etc.

Un virus primeramente es una secuencia genética. No se puede reproducir solo. No es autónomo. Es decir que provoca proliferación celular de las células que lo albergan (que infestan según los presupuestos de antes). Es una respuesta programada y lógica de parte del organismo que lo hospeda, no un invasor, corresponde a una necesidad. El virus que nos corresponde hoy es una combinación: apareció en las aves domesticas, en el momento que las exigencias de la producción industrial las hacían crecer como cosas y no como seres vivos. Luego sucedió lo mismo para los puercos, y ahora nos toca a nosotros como especie humana, en la ciudad de México.

Su función es de rellenar cavidades, crear tejido, en especial: parchar los bronquios. A esto se dedica, específicamente. Es una respuesta a una ulceración de los conductos bronquiales. Es decir que solamente ver y atender la proliferación viral con sus síntomas asociados es ver la mitad de lo que está pasando, digamos técnicamente limitarse a considerar solamente la fase 2 de la enfermedad, el proceso de reparación.

La fase 1 empieza en el momento donde se dispara el conflicto, hasta que encontremos una solución. La fase 1 es lo que vivimos en la Ciudad de México, como también en muchos otros sitios en el mundo. Es un estrés, un conflicto de miedo, de susto, en nuestro territorio de vida. ¿Dónde puedo vivir? ¿Con la contaminación, los narcos, la violencia, los asaltos, los secuestros, el estrés laboral, la crisis económica, los problemas sociales? Es difícil encontrar una seguridad, y si la estoy creando en mi hogar, cada vez que abro la televisión entra como una invasión todo el discurso que refleja: “no tienes lugar seguro en este mundo de locura y violencia’, con las imágenes de muerte.

El cuerpo es nuestra herramienta perfecta: soluciona lo que la persona no tiene consciente o no actúa. La respuesta biológica de sobrevivencia es de aumentar la capacidad de captar aire en los bronquios, abriendo el diámetro de los conductos bronquiales, con ulceraciones en la pared de los tubos, con el propósito que pase más aire. Esto hacemos en México. Es nuestra adaptación. Puede haber otra: si el miedo es tan fuerte que la persona vea su muerte, la adaptación sería desarrollar proliferación celular del tejido pulmonar, para asimilar más aire directamente, se llama cáncer pulmonar.

Entonces nosotros tenemos un estado de estrés, de meses o años, y unos bronquios alterados. Si sigue la situación exterior (o la imagen que se hace de ella, percibiendo el mundo como un peligro), el cuerpo se va agotar, o puede que entre bronquitis, pulmonía, y todas las enfermedades respiratorias asociadas. Si el organismo está sobre-solicitado (en la simpaticotonía durante largo tiempo), la enfermedad (en la vagotonía) rebasa la capacidad de reparación, y la persona se puede morir en este intento de sanar, o en la epicrisis (una palabra técnica que habla de una recapitulación del estado de estrés, en medio de la fase de recuperación, donde todos los síntomas de la primera fase reaparecen, antes de continuar el proceso de reparación y de cicatrización). Este es la ley de selección de la naturaleza. El individuo que se agotó buscando una solución, sin resultado, no sirve para la especie, no es suficientemente eficaz en su proceso de resolver los conflictos, es el precio de la rigidez (o de la desinformación).

Ahora, según el cambio de paradigma de la nueva medicina, el conjunto de micobacterias, bacterias y viruses son nuestro equipo de reparadores y limpiadores (claro que a nuestro servicio, con una cantidad controlada y tolerable para el estado del organismo). Tenemos tantas bacterias simbióticas, la primera que conocen es Escherichia Coli, que nos ayuda en el sistema digestivo, pero son millones más, a veces activas, a veces latentes, lo seguro es que las tenemos adentro, y no afuera del organismo. Son especializadas. Para que los bronquios puedan entrar en un proceso de reparación necesitan un virus adaptado este terreno histológico. Como los pollos que no tenían lugar para vivir en las granjas industriales donde comen sus propios excrementos y a veces viven tan apretados que ni tocan el suelo, como los puerquitos hacinados, cada especie desarrolla su organismo reparador para la situación precisa. Los bronquios son tejido ectodérmicos, necesitan un virus. En el caso de tumor pulmonar, se necesita la micobacteria de la tuberculosis.

Desarrollar la enfermedad de la influenza es la fase de reparación de un conflicto agudo sobre nuestro territorio vital (también puede ser simbólico: la casa, la pareja, el trabajo, un lugar en la sociedad). Este virus lo creamos como especie humana, recombinando material genético aviar y porcino, para corresponder a esta situación de estrés nueva. Los genes no son “autistas”, se moldean y se adaptan para encontrar nuevos modos de sobrevivencia. Con la inflamación, el edema, la calentura, el “parche” tisular que provoca la proliferación del virus, el cuerpo puede poco a poco restablecer el equilibrio metabólico y cicatrizar. Claro que esto es medicina, no se trata aquí de automedicarse ni confiar en las estrellas u otras creencias. Es importante atenderse adecuadamente en esta segunda fase, acompañar la calentura, controlar los edemas y los síntomas que se puedan presentar, aliviar el dolor, checar si el cuadro se complica con el estado anterior de salud o una situación especial. Lo ideal para hacerlo es en un lugar cómodo, y bien acompañado, con un sentimiento de seguridad y confianza, sabiendo que el cuerpo, en lugar de ser atacado, se regenera.

Para el síntoma de la gripe “normal”, congestión de las vías nasales, es más sencillo. Un conflicto de que algo “huele mal”, y la solución viral es sencilla, provoca edema, flujo, para lavar las vías respiratorias altas. Por esto, estornudar es tan ‘contagioso’, es una reacción. Si hay miedo, todo el mundo genera esto, más miedo si mi reacción ante un estornudo es alejarme. Me quiero separar de esta sensación, porque no lo suporto. En términos biológicos para nariz y rinofaringes es conflicto de separación.

El trasfondo histórico y cultural:

Ahora, ¿cuál es la sensibilidad especial de México? ¿El “para que” de esta expresión del conflicto? Un poco de historia nos enseña que la última epidemia de influenza apareció justo al final de la revolución, tan letal para los mexicanos. Proceso de reparación, ante la situación de guerra civil, donde cada bando arrasaba con la población, invadiendo su territorio y acaparando sus recursos.

Más atrás vemos los estragos virales que diezmaron a la población indígena en la conquista. Fallecieron los hombres jóvenes, no las mujeres, niños, ancianos. (Según el paradigma anterior: los más vulnerables no fueron los que murieron). Por la sencilla razón que son ellos que vivían el conflicto más fuerte de susto y miedo en su “territorio”: la conquista les quitó sus tierras, sus familias, sus mujeres, sus recursos. Algo similar ocurre ahora. Los que más sufren de la situación, son los adultos jóvenes, que comienzan en el mundo social y laboral, buscando su lugar, y los adultos que deben defender a su familia de la inseguridad bajo todas sus formas, las mujeres que buscan salir delante en una sociedad agresiva. La mortandad de ahora corresponde a personas de 20 a 50 años.

México es un país de conquista, de colonia, de invasiones repetitivas, de despojos, y cada vez, se reactiva este conflicto (este es la parte transgeneracional) con la misma herramienta de sobrevivencia, enfermedad con segunda fase de reparación con un virus asociado. Podemos intuir sobre el devenir internacional de este conflicto. Con la inquietud, la psicosis crece el conflicto, y de manera simétrica, crece la respuesta orgánica. También en muchos países las personas no sienten que tienen un lugar para vivir, desarrollarse. Pueden ser en los países donde guerras y miseria imperan, pero también en los países desarrollados cuando se sienten perdidos, insatisfechos, sin rumbo. Es el terreno fértil para este tipo de respuesta biológica personal.

Los recursos que se están usado hoy:

Las medidas de seguridad y contingencia que hoy nos rigen tienen sus pros y sus contras.

- Los pros: existe una autoridad, existen límites. La sociedad se une en una meta común. Sin juicios. Todo lo que refleja seguridad es una buena solución para el conflicto: “me siento con tranquilidad en mi territorio”. Todos los mecanismos sociales que contienen a la populación, impiden que desborde una situación en un caos que pudiera rebasar los límites de asimilación del sistema, son útiles. Favorecen la resolución del conflicto.

- Los contras: la sociedad es atomizada. Cada persona vive, sola, con la imagen del miedo, de la psicosis, como en una guerra con un enemigo potente. Salir es un peligro, ya no se puede abrazar a su prójimo, ni besar a sus amigos, ni enseñar la cara al mundo, ni ver una sonrisa en el rostro de los que cruzamos en la calle. El metro esconde los peores monstruos, reunirse tiene consecuencias fatales. El mundo entero se vuelve un invasor. Y si escapo a esta sensación recreando un nido en mi hogar, abrir cualquier medio de comunicación como la tele o el radio es abrir la puerta otra vez al susto. No tengo lugar, el conflicto se incrementa, también su solución, el número de “infectados” crece, y con este mecanismo de propagación del miedo, se pude volver mundial. Es posible que en un futuro se asocien miedos a tener un lugar en tiempos de crisis económica, en tiempos de catástrofes naturales, de desastre ecológico. El “para que” del virus queda claro. En la historia las epidemias son asociadas a los grandes cambios. La solución es adaptarse a la nueva situación con responsabilidad, antes que el cuerpo proponga una respuesta que nos pueda rebasar.

Lo que podemos hacer hoy:

- Disminuir el impacto del conflicto, que no sea vivido en la soledad, primero. Es importante comunicar, expresar, crear, actuar, hacer redes de consciencia o de apoyo, no quedarse aislado. Si no puede salir por respetar las medidas de contingencia, existe el teléfono, internet, comunicación entre las personas que viven bajo el mismo techo. La tonalidad es: hablar. En la medida que hable, actúe, el cuerpo se tranquiliza, la parte inconsciente no se vuelve tan importante, y el cuerpo no se dispara de la misma manera, porque siente que “alguien”, ya está al cargo, al mando, y dirige el barco emocional en una dirección elegida.

- Cuidar los otros conflictos que pueda tener, y trabajarlos. Es una manera de liberar el cuerpo de otras cargas. Es nuestra responsabilidad de, primero, descubrir cuáles son nuestras necesidades, y luego, los medios para atenderlas.

- Cuidar si hay reactivación posible de un conflicto de territorio anterior (con un jefe, con un hermano, con un trabajo, etc...), y trabajarlo. También hacer esta indagación con los conflictos de separación.

- Reconocer cual es “su” territorio, delimitarlo, cuidarlo, ponerle sus límites claros (también reconocer el territorio del otro y sus límites). En este lugar, implantar su aceptación, su goce, su bien estar. Desarrollar un lugar de seguridad y cuidarlo. Puede ser su casa, su relación, su proceso, un lugar geográfico o interno en su mente o corazón, lo importante es reconocerlo. ¿Se acuerdan de la búsqueda del lugar del aprendiz de Castaneda? Tiene que encontrar su lugar en un cuarto, piensa que es fácil, pero por fin pasa toda la noche buscando, hasta el momento que “elige” estar en “su lugar”.

- Ser conscientes de los conflictos subyacentes. Ahora estamos en la onda de choque de la influenza. Esto opaca la onda de choque de la parte económica y social, ya están en puerta. Implementar estrategias (una de ellas es buscar fuentes diferentes para generar prosperidad, puede ser con monedas alternativas).

- Acompañarse adecuadamente en la fase 2, que corresponde a la etapa viral, en caso que la tengan, siguiendo las reglas sociales y médicas vigentes. Los medicamentos, si, sirven, no para aplastar un enemigo exterior, pero para modular las respuestas del organismo..

- Observarse y ser coherente para bajar su nivel de estrés, así la enfermedad (reparación) tiene síntomas menos fuertes.. Agradecer su cuerpo de todas sus reacciones, sabiéndolo escuchar, es información valiosa que nos permite resolver las situaciones de crecimiento que nos presenta la vida

- Darse valor para cambiar, en este mundo cambiante antes que nuestro cuerpo nos lo pida gritos. Responsabilizarse.

Después de esta reflexión compartida, quedo a su servicio para aclarar dudas, intercambiar ideas, implementar acciones, crear esta red colectiva de inteligencia donde cada uno tiene su buen lugar. Confío en la creatividad de cada uno, y en la creatividad que podamos desarrollar como grupo.

Catherine

A México, 1° de mayo 2009

2 comentarios:

conejo venado dijo...

HOLA. BUENA PAGINA Y ARTICULOS. FELICIDADES POR EL DE LA FIEBRE PORCINA. ME ACLARO DUDAS. COINCIDO CON EL ENFOQUE DE catherine desde la psicogenealogia, biologia total, descodificacion biologica y la nueva ciencia natural de HAMER. POR FAVOR MANDENME INFORMACION DEL BLOG, SOY APRENDIZ DE CHAMANISMO, ME INTERESA SU ENSEÑANZA. SOY CONEJO VENADO TORRES Y VIVO EN LA CIUDAD DE DURANGO EN MEXICO. GRACIAS.

Alejo Retamal dijo...

En especial, ¿qué tipo de información requieres? Me cuentas.