martes, 12 de mayo de 2009

El miedo a la locura



La perdida de control, el desorden cerebral, la alteración cognitiva, la inmersión en los delirios (del latín delirare, que significaba para los agricultores romanos "desviado del surco recto"), cualquier cosa que amenace la norma y el salirse del sistema religioso-económico-cultural imperante, es tachado como demente. Si el comportamiento no es aceptado lo reducimos a enfermedad. Los poderes de turno demandan que la irracionalidad debe “eliminarse”. Dando a entender que cualquier fenómeno anormal es aberrante. Nos venden que nos cuidemos de cualquier cosa que lleva a la persona al borde de su razón, tanto que el mismo individuo ya no puede decidir qué hacer o dejar de hacer criminalizando la propia libertad de elegir, por ejemplo, el tomar un alucinógeno o un enteógeno (algo fundamental en las culturas originales para la estabilidad emocional dentro del marco social).

El nuevo tratado inquisitorial llamado DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), cada día cataloga y crea nuevos trastornos y enfermedades, dándole qué comer a miles de psiquiatras, investigadores clínicos y laboratorios, que por supuesto, ya tendrán su medicamento que regresará al perturbado al seno de sociedad. Para el filósofo francés Foucault los hospitales psiquiátricos, las prisiones, las escuelas y los centros de reclutamiento manejan el mismo lenguaje de poder coercitivo, criminalizando y excluyendo todo lo que no sea permitido, y donde unos pocos tienen el poder de excluir al individuo de la sociedad y determinar las condiciones de su admisión en ella.

Rescato los conceptos de antipsiquiatría el de que la enfermedad mental es una invención oportunista y opresiva de la sociedad. La familia y la sociedad, después de perturbar a ciertos sujetos, los declara enfermos y los reduce con el tratamiento. Se les tacha de peligrosos y los mantiene vigilados o confinados por la posibilidad de la autolesión o el intento de homicidio; si es así quisiera saber si hay más asesinos esquizofrénicos que normales.

Les dejo con un video de Terence McKenna, estudioso del chamanismo y de los estados alterados de conciencia. Antes de su muerte, en el 2000, McKenna fundó Botanical Dimensions, una organización sin ánimo de lucro dedicada a preservar plantas de tradición chamánica del Amazonas en Hawaii.

2 comentarios:

Alejo Retamal dijo...

El texto completo para que no olvidemos:

Nos hemos puesto muy, muy enfermos.
Y la política del cuerpo, como cualquier otro cuerpo, cuando se siente enfermo empieza a producir anti-cuerpos o estrategias para sobreponerse ante la enfermedad.
Y el siglo XX es un esfuerzo enorme de auto-curación. Fenómenos tan diversos como el surrealismo, la perforación corporal, el uso de drogas psicodélicas, liberación sexual, el jazz, danza experimental, la cultura rave, los tatuajes. La lista es interminable. ¿Y qué tienen en común todas estas cosas? Representan diversos estilos de rechazo a los valores lineales.
La sociedad está intentando curarse, reviviendo lo arcaico, regresando a los valores arcaicos.
Así que cuando veo gente manifestando ambigüedad sexual, haciéndose cicatrices, enseñando mucha carne, bailando música sincopada, drogándose o violando los cánones ordinarios de comportamiento sexual.
Yo aplaudo, todo esto, porque es un impulso para regresar a lo que pide el cuerpo, a lo que es auténtico, a lo que es arcaico. Y cuando pones a un lado todos estos impulsos, en el centro de todos ellos existe este deseo de regresar a un mundo de mágica potencialización de los sentidos. Y en el centro de esos impulsos está el chamán, drogado, intoxicado con plantas, hablando con los ayudantes espirituales, bailando a la luz de la luna y reviviendo e invocando un mundo consciente de misterio viviente.
Eso es lo que el mundo es. El mundo no es un problema sin resolver para los científicos y los sociólogos. El mundo es un misterio viviente, nuestro nacimiento, nuestra muerte, nuestro ser en el momento. Estos son misterios, son puertas abriéndose a facetas inimaginables de auto-exploración, potencialización y esperanza para la raza humana.
Y nuestra cultura lo ha matado, nos lo ha quitado, nos ha hecho consumidores de productos gastados e ideales gastadísimos. Tenemos que alejarnos de eso y la manera de hacerlo es regresando a la experiencia auténtica del cuerpo y eso significa explorarnos sexualmente, alterar nuestra conciencia y explorar la mente como una herramienta para la transformación personal y social. Es tarde, el reloj está corriendo y seremos juzgados muy duro si dejamos caer la pelota, somos los herederos de millones y millones de años de vidas exitosamente vividas y exitosas adaptaciones a las condiciones cambiantes del mundo natural, ahora el reto pasa a nosotros, los vivos. Para que aquellos que aún no nacen tengan un lugar donde poner sus pies y un cielo bajo el cual caminar.
Y de eso trata la experiencia psicodélica, de potenciar, construir y luchar por un futuro que honre el pasado, que honre el planeta y que honre el poder de la imaginación humana.
Porque no hay nada tan poderoso, tan capaz de transformar y transformarse a si mismo, como la imaginación humana.

Así que no la vendamos, no nos subordinemos ante ideologías mediocres, no le demos el poder a una minoría.
En vez de eso, reclama tu lugar bajo el sol y camina hacia la luz, las herramientas están ahí, el camino es conocido. Simplemente tienes que darle la espalda a una cultura que se ha vuelto estéril, que ha muerto. Y unirte al programa de un mundo viviente y un revivir de la imaginación.

Anónimo dijo...

LA LIBERTAD NO SE ENCUENTRA NI SE ALCANZA. SE EJERCE.

¡Namasté hermano!