martes, 14 de octubre de 2008

El hábito no hace al monje.

Asistí hace pocos días a un evento donde una buena cantidad de Sanadores y Terapeutas de Medicina Alternativa se reunían. Lo primero que me saltó a la vista era la uniformidad con la que todos iban vestidos. Respetando los caminos y experiencias que cada cual ha vivido, todos iban vestidos de arriba a abajo de blanco, con collares de donde colgaban grandes cuarzos y usaban sandalias. Cuál es la razón de ello? Se es más “espiritual” al vertirse así? Lo alternativo se identifica así?

Lo que noté a lo largo de esta reunión es que estos códigos, más allá de servirles como identificadores (como el estetoscopio al Médico) , los terapeutas se autoexcluían a sí mismos asumiendo concientemente un estereotipo sin ningún tipo de contenido más allá del estético (consulté con un Cromoterapeuta por si había una razón). Entendí que, a falta de la visión reduccionista de algunos médicos alópatas y los dogmáticos del materialismo, la marginación podía venir igualmente de los propios Sanadores, que estereotipados bajo un molde simplificaban nuestro trabajo a un uso y costumbre, más que una visión totalizadora de la vida.

El Profesor Pablo García, reconocido Chota Chine (Hombre de Conocimiento en idioma mazateco) y amigo que me introdujo en la tradición mazateca con Plantas de Poder (hongos, hojas de Pastora) de las Sierras de Oaxaca en México, me decía que anteriormente en su pueblo, Huatla de Jiménez, en todas las familias había uno o varios Hombres o Mujeres de Conocimiento que cumplían un rol de intermediarios con el mundo espiritual, respondiendo a las necesidades particulares de alguna persona amiga o alguien del núcleo familiar. El asumir este rol no implicaba un cambio de profesión, de estilo de vida (más allá del celibato temporal que la tradición manda), modos y comportamientos. El Hombre de Conocimiento es tan normal como cualquier otro, solo su experiencia y sapiencia lo podían distinguir de otra persona. El ser capaz de contactar otros ámbitos de experiencia no los hacían seres especiales marginales, al contrario, ellos reconocían que todos estamos habitando ese mundo espiritual, de forma tan real como cuando se camina en este. Solo eran especialistas, tanto como lo puede ser un panadero.

Todo esto lo escribo porque a mi juicio los Sanadores no deben quedar estigmatizados bajo un cliché. Lo único que nos debe diferenciar de cualquier otro terapeuta es nuestra capacidad de integrar más recursos a nuestro trabajo terapéutico, a nuestra mirada del desequilibrio, a nuestro contacto con el cuerpo físico y su expresión energética, a los ámbitos transpersonales y sus proyecciones mundanas. Eso es lo que nos debe distinguir, de lo contrario caemos en clichés que no le hacen bien a la profesión.

(Foto: Profesor Pablo García y la Señora Apolonia, hija de María Sabina, vestida con el traje típico mazateco).

1 comentario:

Jurema dijo...

Hola!
Estoy encantada de estar por vuestro espacio-blog.
Espero aprender muchísimo!.
Un saludo.