jueves, 27 de agosto de 2009

De las heridas y los demonios que las cuidan


Aunque hagas cien nudos la cuerda sigue siendo la misma. Rumi


Cuando el maniqueísmo y la exaltación de los opuestos se convierte en fundamento de la práctica terapéutica, tomando el mismo terapeuta el sitio de salvador al servicio de la Luz (en mayúscula), se deja de lado la posibilidad de aceptar al consultante como un todo complejo y rebosante de contradicciones, donde cohabitan multitud de expresiones y devenires de forma natural.

La propuesta terapéutica debe honrar lo bueno y no tan bueno que hemos vivido, mirar con respeto las heridas y los demonios que las cuidan, y con ello permitir que se integren a la totalidad de nuestro ser.

Hay que buscar una solución constructiva que pueda, entre otras cosas, darle voz y voto a aquello contra lo que nos peleamos, por que allí está el secreto de la sanación. Lo que más tememos es lo que más anhelamos. Abrazar lo excluido y marginado de nuestra historia es reconciliarse consigo mismo. Lo demás es solo una guerra civil sin ganadores.

1 comentario:

santiago rojas dijo...

Claro,hay que reconocernos como seres humanos siendo concientes que transitamos por buenos y no tan buenos senderos. Pero de que otra manera estableceriamos la diferencia y valorariamos la opción? Ese lado oscuro que todos tenemos, alimentado por nuestras miedos y heridas tambien nos enseña , y de alguna manera es el que nos empuja a buscar la luz, para nadie es bueno andar a ciegas y tropezandose, agota, maltrata y mata.Cuando se toca fondo la decisión es absoluta. La terapia debe ser un ejercicio conjunto de terapeuta y paciente , se justifica y debe ser util precisamente cuando reconocemos o por lo menos presentimos esta realidad y estamos dispuestos a afrontarla y cambiarla . Un abrazo