El viaje enteógeno, ese mirarse para adentro a través de las plantas de poder e incluso algunos químicos sintéticos, le abre la puerta a nuestros contenidos inconcientes y permite cruzar las fronteras de lo transpersonal y numinoso que nos habita. Allí, el cuidado responsable de sí mismos garantiza que, aquello que guardamos en nuestras profundidades, tenga la mejor forma de expresarse, ya que el enteógeno solo es un recurso para contactar nuestra fauna abisal, la cual no ha sido domesticada por los controles de la razón. Es por ello que ese aventurarse más allá de los límites de nuestro ego tiene un costo. Muchos lo pagan gratamente como parte de su proceso personal, pero para otros es una amenaza al confort de su propia ceguera.
Al romper los candados, permitimos que se desplieguen y reacomoden los contenidos concientes e inconcientes que estaban pulsando en desequilibrio. Este es un fenómeno normal como parte natural correctiva de la dinámica interna. Cada psiconauta experimentará el proceso según lo que necesite para sí mismo, sea alcanzar estados de trascendencia, unidad y lucidez imposibles para la conciencia normal (Buen Viaje) o hasta el acomodo involuntario de heridas reprimidas o experiencias no integradas en la totalidad del ser (Mal Viaje). Bajo una mirada más amplia la crisis psicótica y el Mal Viaje, que pudiera experimentarse bajo los efectos del enteógeno, más que una distorsión patológica a la que hay que resistirse, solo es parte de una búsqueda de integración de las tendencias reprimidas que pesan y llevan al desequilibrio.
El reordenamiento de los contenidos internos es parte del viaje enteógeno. Si le quitamos la lectura maniquea del Buen Viaje y Mal Viaje, y nos permitimos, sin resistencias, trascender las angustias de la pérdida de control, podemos regresar más completos, menos fragmentados. Las plantas de poder o enteógenas son ante todo medicina para el alma, remedio para el ser.
sábado, 27 de junio de 2009
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4 comentarios:
in lak´ech
Hala Ken
Totalmente. Lo que ocurre durante un "mal viaje" se reduce simplemente al encuentro con aquellas partes nuestras que no hemos reconocido (o no queremos reconocer) puesto que amenazan nuestro concepto de nosotros mismos. El ego condicionado pugna por mantenerse vigente, cómodo en sus condicionamientos y reacciones estereotipadas, y cualquier intento por ver más allá de esta realidad ilusoria se paga con sufrimiento y una sensación más o menos angustiosa. El precio a veces es alto, pues se debe pasar por la "noche oscura del alma" para llegar al entendimiento, pero una vez que uno elige el camino de estar despierto e intenciona su vida de acuerdo al sendero de la sanación, es un precio justo que tenemos que aceptar con cariño y humildad.
"una vez que uno elige el camino de estar despierto e intenciona su vida de acuerdo al sendero de la sanación, es un precio justo que tenemos que aceptar con cariño y humildad".
Bellamente expuesto. Qué difícil es honrarlo cuando estamos en medio de la tormenta. Ahí los verdaderos buscadores se separan de los diletantes.
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